¿PORQUÉ HABLAR DE MILICIA HOY?


La Milicia del Temple es una Asociación Privada de Fieles católicos, caracterizada por su absoluta Comunión con la Iglesia Católica y su Magisterio de siempre, la fidelidad a la Tradición como transmisión fiel de la enseñanza divina de Jesucristo,  por su cuidado de la Liturgia, especialmente el Rito Romano Extraordinario y por el rezo del Divino Oficio Diariamente.

 Sin embargo, hay algo que nos caracteriza especialmente, algo que podríamos denominar “carisma” que es el cuarto voto que realizamos expresamente: La Defensa de la Fe.


En efecto, nuestro Movimiento Apostólico se define expresamente como contemplativo, a la vez que combativo, en la misma línea que podemos encontrar en la Espiritualidad de San Bernardo.  ¿Qué significa, en el siglo XXI, ser “combativo”? ¿por qué y de qué hay que defender la Fe?

En la Milicia sabemos que el primer combate que combatimos es contra nosotros mismos, contra lo peor de nosotros, contra la parte más materialista, relativista y cómoda que anida en nosotros, y que el tenemos en común con nuestros semejantes: El Pecado. La Milicia es un lugar donde se viene a combatir por lo mejor de uno mismo para ponerlo al servicio del Señor y de la Iglesia. Ese es el verdadero significado del tan maltratado “Non Nobis”, nada para mi Señor todo en tu nombre y para tu Gloria.

Ese combate sólo puede ser posible a través de la Santificación de las Horas Litúrgicas, que permite estar alertas todos los momentos del día, y de la Eucaristía Diaria, que como nos recuerda el Papa es “viático” para el Camino. Si unimos estas dos cosas a la Devoción por María, ya tienes una idea de qué somos.

Si te resulta “pesado” oír de las Horas Litúrgicas y de recibir al Señor en tu casa en la Eucaristía todos los días, no te quepa duda de que la Milicia no es para tí. Posiblemente no sea un camino  para cualquiera, pero  todos estamos llamados a la Santidad, como nos recuerda la Doctrina Pontificia y el Magisterio de la Iglesia.

Pero además, la Milicia es no sólo de vocación monástica, sino laical. Es decir, buscamos la Santificación “en medio del mundo”(Christifideles Laici) lo que nos obliga a mantener esta vocación Litúrgica y Eucarística con tres Servicios muy concretos: Defensa de la Fe Católica, Cuidado y educación de la Juventud y atención a los Peregrinos de Tierra Santa. Hoy más que nunca la Fe necesita ser defendida, en el terreno de las ideas, en las instituciones, y desgraciadamente, en los Países de Oriente Medio donde la Sangre cristiana es derramada frente a la ingenua y poco efectiva actitud de muchos de nuestros países. Para nosotros todo es lo mismo, ya que sin los Sacramentos de la Iglesia no sería el Señor “el que combate nuestros combates”(Salmo 91) sino nosotros mismos.

Nada de desfiles pomposos, ni de herejías amparadas en el nombre del Temple, ni de  comilonas y medallas que ensalzan el ego y alejan de Cristo y su Iglesia, sólo Oración, Sacramentos y Servicio a la Iglesia Católica Apostólica y Romana, si estas tres cosas resuenan en tu Alma, entonces las puertas están abiertas.

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