FESTIVIDAD DE SAN BERNARDO DE CLARAVAL PADRE ESPIRITUAL DE LA ORDEN DEL TEMPLE.
DE LAUDE NOVAE MILITIAE AD MILITES TEMPLI.
Bernardo, abad de Claraval, pero sólo de nombre, a Hugo, caballero de Jesucristo y gran maestre de la milicia de Cristo: que pueda librar una buena batalla…..
Son personas de profunda fe, vigorosos y valientes combatientes, disciplinados soldados en la batalla y humildes monjes en el convento, con una vida verdaderamente ascética, más por la dureza de los ser
vicios que debían cumplir que por la práctica del ascetismo corporal.
Esta fusión del monacato y la milicia, y la influencia que la obra de San Bernardo ejerció en las otras OOMM, ha sido destacada por los investigadores: fray Rafael de la Brena y Sanchiz y otros: “Lux hispaniarum: pasado, presente y futuro de las Órdenes Militares”, pp. 35-68, en fray Javier Campos, op. cit., p. 89, calificándola de “carta espiritual” de los templarios;
BIOGRAFÍA.
San Bernardo de Claraval (Clairvaux)
Fiesta: 20 de agosto
(1090-1153)
Abad Cisterciense, Doctor de la Iglesia
Nacido en Borgoña, Francia. Llamado “Mellifluous Doctor” (boca de miel) por su elocuencia. Famoso por su gran amor a la Virgen María. Compuso muchas oraciones marianas. Fundador del Monasterio Cisterciense del Claraval y muchos otros.
San Bernardo, abad es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que mas impacto ha tenido. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Con sus siete hermanos recibió una excelente formación en la religión, el latín y la literatura.
Personalidad de Bernardo
Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo. Amable, simpático, Inteligente, bondadoso y alegre. Todo esto y vigor juvenil le causaba un reto en las tentaciones contra la castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.
Una visión cambia su rumbo:
Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.
La familia que se fue con Cristo.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y 31 compañeros. Dicen que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de religiosos, el muchacho les respondió: “¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Y un tiempo después, también él se fue de religioso.
Antes de entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban entrar al convento para prepararlos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister. Mas tarde, habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana y el cuñado, de mutuo acuerdo decidieron también entrar en la vida religiosa. Vemos en la historia la gran influencia de las relaciones tanto para bien como para mal.
En la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a la vida religiosa, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban “el cazador de almas y vocaciones”. Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval. En el convento del Cister demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio apartado en el bosque donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día. Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.
Lo llamaban “El Doctor boca de miel” (doctor melífluo). Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: “Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María”. Y repetía la bella oración que dice: “Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir”. El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante.
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.